Felipe y el Staff de GHL Grand Villavicencio: Bicicletas, Idioma y Hospitalidad

Desde el Hotel GHL Grand Villavicencio nos llega una historia donde la hospitalidad no fue solo un gesto, sino una brújula que iluminó el corazón de dos viajeros a miles de kilómetros de casa. Agradecemos a todo el equipo del Hotel liderado por Ana Claudia Gutierrez por ser embajadores de la hospitalidad.

En junio, la sabana del llano recibió a una pareja canadiense diferente. No llegaron en avión privado ni en tour organizado. No se bajaron de un bus con cámara al cuello ni cargaban un mapa turístico. Llegaron sudando, sonriendo… y pedaleando. Sí, pedaleando. Él con barba y mirada curiosa. Ella con casco y una sonrisa que cruzaba idiomas. Recorren el mundo en bicicleta, y ese día, las ruedas los llevaron al Hotel GHL Grand Villavicencio.

Se hospedaron por dos noches. Dos noches que no olvidarían jamás.

Felipe no tiene cargo de gerente ni lleva corbata. Es botones, como él dice con orgullo. Lleva el uniforme bien puesto, el saludo listo y una disposición que no se enseña en ninguna universidad.

Felipe no les abrió solo la puerta a los huéspedes: les abrió el alma. Les ayudó con sus bicicletas –más que bicicletas, eran su hogar sobre ruedas–, y como el idioma era un reto, se convirtió en traductor, guía, apoyo logístico y puente cultural.

Los viajeros agradecieron, se despidieron con un abrazo sincero a¿ todo el Staff del Hotel, y partieron con el viento en la espalda. Lo que no sabíamos es que días después, desde algún rincón del continente, nos llegaría un video de gratitud.

Un video espontáneo, cargado de emoción, donde cuentan su experiencia en el hotel, y en especial, con Felipe. Un testimonio que no habla de estrellas ni comodidades, sino de humanidad.

Y es que el carisma, ese don invisible, ese aura cálida que envuelve al verdadero servidor, no se puede fabricar. Se cultiva con actitud. Con respeto. Con el deseo genuino de hacer sentir al otro como en casa, aunque venga de un país con nieve y hable con otro acento.

Felipe es uno de esos talentos silenciosos que personifican la hospitalidad del Hotel GHL Grand Villavicencio. No necesita discursos ni premios para actuar con grandeza. Su escenario son los pasillos del hotel, su herramienta una sonrisa, su idioma la empatía.

En GHL Hoteles, creemos que el servicio tiene nombre propio. Que una buena cama se recuerda con gusto, pero una buena actitud se recuerda con el alma. Que un huésped puede olvidar qué desayunó, pero nunca olvidará cómo lo hicieron sentir. Y que un botónes como Felipe puede ser el motor que impulsa la bicicleta emocional del equipo.

Gracias, Felipe, por recordarnos que la verdadera hospitalidad no se mide en estrellas, sino en gestos.
Gracias, Hotel GHL Grand Villavicencio, por ser un faro de servicio auténtico. Y gracias a nuestros huéspedes ciclistas por recordarnos que la hospitalidad… también es un viaje.

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