INVITAMOS A LOS LECTORES A VISITAR EL BLOG DE ORLANDO GOMEZ CAMACHO, EN EL DIARIO PORTAFOLIO EN DONDE SE PUBLICO ESTE ARTICULO Y LA FOTOGRAFIA DE PORTADA, EL 3 DE MAYO DE 2019 EN LA SECCION NEGOCIOS E INNOVACION CREDITOS A SU AUTOR
Qué afortunados fueron los turistas que volaron a Valledupar para disfrutar del Festival de la Leyenda Vallenata. Luego de bajar del avión –frente a las bandas de equipaje-, fueron recibidos como verdaderos huéspedes ilustres: Parranda con cantos de vaquería, disparos de flash, coloridas comparsas y chorros de ‘María Namén’. Sin dudas, una bienvenida bien calculada.
“Lástima que semejante recibimiento solo suceda durante la semana que dura el festival, porque en las 51 semanas restantes, los turistas son tratados como simples viajeros”, menciona Juan Rodríguez Medina, Chief Marketing Officer de GHL Hoteles, al referirse a la escasa explotación de las tradiciones musicales por parte de los destinos colombianos.
Sus palabras se sustentan en el hecho de que destinos como Ciudad de México (CDMX), Barcelona o Buenos Aires utilizan a la música como ‘producto ancla’, con una estrategia definida, shows permanentes, recintos a reventar y folclor que entra por los poros y hace gastar plata al turista.
Basta ver el negociazo detrás de espectáculos como la icónica Plaza Garibaldi, a 15 minutos del Zócalo en la CDMX: docenas de bares colmados de llanto y rancheras, donde grupos norteños, mariachis y serenateros invaden los sentidos y contagian la identidad cultural de la ciudad como destino único, irrepetible.
RITMO VS. SABROSURA
“Sin embargo, aquí –que supuestamente somos el ‘País de la Sabrosura’ y el destino que invita a ‘Sentir el Ritmo’-, no tenemos una estrategia realmente aterrizada para que cada región tenga un producto turístico serio relacionado con la música”, expone Rodríguez, quien lleva 14 años reformulando los asuntos comerciales de esta cadena, que ya cuenta con 64 hoteles en Latinoamérica.
¿Y entonces, Feel The Rhythm, la campaña de ProColombia? “Es precisamente eso, una ‘campaña’, es decir, una táctica provisional para mostrar a Colombia como destino musical y de folclor”, dice Rodríguez Medina. “Sin embargo, la realidad es otra cuando llegan todos esos extranjeros que creyeron en la campaña y no encuentran la música en vivo en ninguna calle, ni recinto, salvo en algunos bares para lugareños”.
Para corroborar sus asunciones, pone el ejemplo de Buenos Aires, en donde un turista extranjero paga en promedio 55 dólares por un show de tango que funciona los 365 días del año e incluye clase de baile, cena y souvenir.
En cambio en Valledupar –sin exagerar-, te cobran 1.000 dólares (3 millones de pesos) por una parranda vallenata, en temporada baja y por una hora de toque”, reclama. “La misma parranda cuesta 3 o 4 veces menos en Bogotá”, revela.
Acto seguido, propone que -así como el tango y las rancheras son productos ancla en Argentina y México-, la salsa, el fandango y el pasaje llanero deberían serlo para Cali, Barranquilla y el Meta, respectivamente.
“Si Valledupar estuviera en México, el vallenato sería más reconocido que los mariachis. Es absurdo que –teniendo tan bellísimas tradiciones folclóricas musicales-, no hayamos podido convertir al porro o al fandango en productos turísticos”, explica.
TEORÍA APLICADA
¿Entonces, por dónde empezar? Su respuesta cae como jalón de orejas al MinCIT, a ProColombia y a las secretarías de turismo de alcaldías y gobernaciones: “Señores, no hay que reinventar la rueda con campañas que cambian cada cuatro años. Simplemente hay que aplicar teorías turísticas con amplia aplicación a nivel mundial, incluyendo las de Alberto Sessa y la propia Organización Mundial del Turismo (OMT)”.
Resulta ser que Alberto Sessa, un italiano famoso por sus estudios sobre el impacto del turismo en los territorios, determinó cinco líneas maestras que soportan la industria: Atractivos Turísticos, Infraestructura, Planta Turística, Promoción de Destinos y Actividades.
“Los atractivos los pone Dios y la naturaleza”, afirma. “La infraestructura (sistemas de vías, transporte, seguridad y salud, entre otras), la pone el Estado; la Planta Turística nosotros los empresarios, representados en hoteleros, restauranteros y agencias de rent a car; la Promoción es responsabilidad de todos, cuando nos juntamos para crear un fondo mixto que impulse la industria”.
Finalmente, las Actividades vienen a ser el engranaje central de todo el sistema. “Sin actividades, los destinos mueren”, remarca Rodríguez Medina. “De nada sirve construir el hotel más engallado y la mejor autopista, si los viajeros no tienen nada qué hacer”.
EXPERIENCIAS MUSICALES
En este escenario, GHL Hoteles ha emprendido una serie de iniciativas innovadoras para que los viajeros vivan en carne propia las tradiciones y riquezas culturales y musicales de las regiones.
En Yopal (Casanare) por ejemplo, esta cadena hotelera estructuró –en conjunto con Maní Tours-, un paquete turístico de tres días que inicia a las 4am con cantos al trabajo del llano. Eso incluye cantos de ordeño (para apaciguar el ganado), de cabestrero (de quien guía al ganado) y hasta de domesticación.
Luego del avistamiento de aves, los turistas participan de una cabalgata para visitar los corrales y aprender a ordeñar. Sigue un asado llanero con clases de joropo y luego, baño en el río. Y al caer la tarde, los mejores atardeceres de Colombia con noche de bandola.