El término “elevator pitch” nació en Estados Unidos, en el corazón del ecosistema empresarial de Silicon Valley, hacia la década de 1980. Los jóvenes emprendedores que buscaban financiamiento sabían que podían cruzarse con ejecutivos o inversionistas en los pasillos o ascensores de grandes corporaciones. Si lograban captar su atención en ese breve encuentro, podrían obtener una reunión más extensa… o incluso una inversión inicial.
Origen del concepto en el baseball: Pitch (Pitcher)
Pero la palabra “pitch” tiene una historia aún más antigua y simbólica. Proviene del mundo del béisbol, donde significa lanzar la pelota hacia el bateador. En este deporte, el lanzamiento —o pitch— requiere precisión, velocidad y estrategia: el jugador dispone de apenas unos segundos para lanzar con acierto, buscando sorprender, atrapar o anotar.
Con el paso del tiempo, el término fue adoptado por el lenguaje de los negocios para representar ese mismo acto: “lanzar una idea” de forma clara, calculada y convincente. Así, el elevator pitch se convirtió en una metáfora moderna de ese lanzamiento perfecto: un mensaje breve, bien dirigido y lleno de intención, que debe llegar directo al corazón y a la mente del interlocutor.
Con el tiempo, la expresión trascendió el ámbito tecnológico y se extendió al mundo del marketing, la hotelería, la política, el liderazgo y las ventas. Hoy, el elevator pitch no es solo un discurso de venta: es una herramienta de influencia, identidad y propósito.
Significado y propósito
El elevator pitch es una presentación corta y persuasiva, diseñada para comunicar el valor esencial de una idea, proyecto o persona. Su propósito no es cerrar un negocio en ese instante, sino despertar interés, abrir una puerta y lograr que el interlocutor quiera seguir escuchando.
En esencia, el pitch no busca vender, sino conectar emocionalmente. Es una combinación equilibrada entre claridad, pasión y autenticidad.
La importancia en el mundo actual
En una era de sobreinformación, donde cada profesional compite no solo con otros, sino con el ruido digital y la falta de tiempo, el elevator pitch se convierte en una ventaja competitiva.
Para los líderes hoteleros, emprendedores o ejecutivos, dominar esta técnica significa poder:
- Expresar con impacto el propósito de su empresa o marca.
- Inspirar confianza en nuevos clientes o aliados.
- Transitar del discurso largo a la esencia breve, sin perder profundidad.
- Transformar presentaciones técnicas en relatos humanos, cargados de sentido y emoción.
Un buen elevator pitch puede ser la diferencia entre ser recordado o pasar inadvertido.
Estructura y elementos principales
Aunque la magia del elevator pitch radica en su espontaneidad, su efectividad depende de una estructura clara. Los principales elementos son:
- Presentación inicial (quién eres)
Una frase que capte atención y genere empatía.
Ejemplo: “Hola, soy Mauricio, director de una cadena hotelera que cree que el lujo verdadero está en el servicio humano, no en el mármol.” - Problema o necesidad (qué desafío existe)
Define el contexto o el dolor que tu propuesta busca resolver.
Ejemplo: “Muchos hoteles olvidaron que los huéspedes buscan experiencias con alma, no solo habitaciones cómodas.” - Propuesta de valor (qué haces y por qué importa)
Explica cómo tu solución o tu idea genera impacto.
Ejemplo: “Creamos programas de servicio que enseñan a conectar desde la emoción y no desde el protocolo.” - Diferenciador (qué te hace único)
Resalta tu singularidad o el factor que te distingue.
Ejemplo: “Lo hacemos fusionando arte, hospitalidad y formación emocional, algo poco común en el sector.” - Llamado a la acción o cierre (qué esperas del otro)
Termina con una frase que invite a continuar la conversación.
Ejemplo: “Me encantaría contarte cómo estamos transformando el entrenamiento en servicio en América Latina.”
Cómo realizar un Elevator Pitch efectivo
- Sé auténtico: no memorices un guion mecánico. Habla desde tu experiencia, con convicción.
- Cuida el lenguaje corporal: una sonrisa genuina, mirada segura y tono positivo son parte del mensaje.
- Adapta el discurso al interlocutor: no es lo mismo hablar con un inversionista que con un socio o un periodista.
- Evita tecnicismos innecesarios: la claridad vence al exceso de palabras.
- Practica y ajusta: grábate, cronometra y busca retroalimentación.
- Cierra con propósito: deja una frase que permanezca en la memoria.
El elevator pitch perfecto no se siente como un discurso, sino como una conversación con alma.
Ejemplo inspirador
Cuando Steve Jobs presentó el iPod en 2001, no habló de “5 GB de almacenamiento” ni de “tecnología de compresión de audio”. Dijo simplemente:
“Mil canciones en tu bolsillo.”
Ese fue su elevator pitch. Simple, potente y memorable.
El valor del pitch en la hospitalidad
En el sector hotelero, el elevator pitch es una herramienta clave para comunicar el alma de un servicio. Cada gerente, recepcionista o chef tiene su propio “discurso de ascensor”: la forma en que cuenta la historia del hotel, del equipo o de la marca en un minuto.
Un buen pitch de hospitalidad no vende una habitación: transmite la promesa de una experiencia. No describe un desayuno buffet: invita a despertar los sentidos. Y no explica una tarifa: cuenta una historia de valor y emoción.
Conclusión: el arte de decir mucho en poco tiempo
El elevator pitch nos enseña una lección profunda: la brevedad no es superficialidad. Es claridad, enfoque y esencia. Quien domina esta técnica no solo comunica, sino que inspira y moviliza.
Como en los ascensores de la vida —rápidos, fugaces y llenos de oportunidades—, lo importante no es cuántos pisos subimos, sino qué dejamos en la mente y en el corazón de quien nos escucha.
Imagen de Ernesto Rodriguez en Pixabay y Imagen de Keith Johnston en Pixabay

