En el Sonesta Hotel Cartagena, siempre estamos buscando formas auténticas e innovadoras de conectar a nuestros huéspedes con la cultura local. Cartagena es una ciudad llena de historia, sabor y alegría, y noviembre —el mes de las Fiestas de la Independencia— es el momento perfecto para celebrarla en todas sus formas. Este año, decidimos ir más allá de lo tradicional y sorprender a nuestros visitantes con una experiencia muy especial: trajimos un Picó al lobby del hotel.

Para quienes no están familiarizados con el término, el Picó es un elemento fundamental en la cultura popular de Cartagena. Son sistemas de sonido de gran tamaño, decorados con colores vivos y luces llamativas, que han sido durante décadas el alma de las fiestas en los barrios cartageneros. Pero el Picó no es solo música fuerte: es una forma de expresión cultural profundamente arraigada en la identidad afrocaribeña, una tradición que ha acompañado a varias generaciones y que representa mucho del espíritu libre y festivo de nuestra ciudad.
Estos equipos, que nacieron de la creatividad local y del amor por la música, se instalan en calles, plazas y eventos comunitarios, y suenan con fuerza durante horas, difundiendo ritmos como la champeta, el reggae africano, el dancehall, la salsa y muchos otros géneros que han sido apropiados y reinterpretados por los barrios populares. Además de su función musical, el Picó es un símbolo de resistencia cultural, inclusión y comunidad.

Con esta iniciativa —liderada por nuestro gerente general, Julián Barbosa, y apoyada por todo el equipo— quisimos llevar esa tradición al entorno del hotel, para que nuestros huéspedes pudieran vivir una parte importante de la Cartagena real, esa que vibra más allá del centro histórico y los lugares turísticos conocidos.
El resultado fue una jornada llena de alegría. Al ingresar al lobby, los visitantes se encontraban con un verdadero Picó, acompañado por luces de neón, música típica del Caribe colombiano y una atmósfera festiva que rompía con la rutina del check-in tradicional. Fue muy gratificante ver cómo los huéspedes reaccionaban con sorpresa y entusiasmo. Muchos se acercaban a preguntar qué era ese “equipo de sonido gigante”, otros reconocían los ritmos y comenzaban a moverse al compás de la champeta, y algunos incluso compartieron la experiencia en sus redes sociales.

Esta actividad no solo fue entretenida, sino que también se convirtió en un momento de aprendizaje y conexión. Aprovechamos la ocasión para explicar el origen del Picó, su evolución y su importancia dentro del tejido cultural de la ciudad. También destacamos cómo esta manifestación ha pasado de ser vista como marginal a convertirse en un referente patrimonial del Caribe colombiano.
Para nosotros, como parte de la familia GHL Hoteles, este tipo de acciones son clave. Reflejan nuestro compromiso con la hospitalidad con identidad, con el diseño de experiencias que sean memorables y con el respeto por la riqueza cultural de cada destino donde operamos. Apostar por el local flavour —más allá del concepto decorativo— implica abrir espacios reales para que nuestros visitantes conozcan y vivan la cultura desde adentro, de forma honesta y significativa.
La experiencia del Picó en el Sonesta Cartagena fue un paso más en ese camino. Fue disruptiva, sí, pero también natural, porque nació del deseo genuino de compartir lo que somos con quienes nos visitan. Fue, además, una forma de decirle al mundo que la cultura de los barrios también tiene un lugar en los espacios de la hotelería moderna.
Seguiremos trabajando para que nuestros huéspedes no solo duerman cómodamente y disfruten de buenas instalaciones, sino también para que se lleven historias, sonidos y emociones que los conecten con el alma de cada ciudad. Y en Cartagena, esa alma sin duda late al ritmo del Picó.

