Edgardo Suarez Manotas (Barranquilla, 1957), arquitecto de profesión y apasionado artista plástico empírico/autodidacta, lo que le ha permitido desbordar, sin dogmas, su creatividad. Desde muy niño su talento se vislumbraba con la plastilina, el dibujo y la convicción de querer ser pintor.
Con el paso de los años y su preparación académica fue recolectando insumos para su obra, hasta el día que sus manos sintieron la placidez que genera la cálida humedad sonora de la arcilla. Ese punto de quiebre suelta su cordón umbilical del dibujo exquisito de la plumilla y lo lleva a trasegar otros mundos que transforman su visión, produciendo reflejos de vivencias y visiones entre pasado y presente.
Inició su carrera como escultor con la cerámica, pero muy pronto el bronce atrae su atención y es desde allí que la luz de su magia brota, en trazos casi infinitos de realidad y ficción con figuras dantescas, pero que tienen una recalcitrante verdad, la verdad de lo cotidiano, la verdad de lo que vemos, pero cerrando los ojos; la crudeza grotesca e imperfecta como nosotros mismos, que nos traslada a su vez a realidades que no queremos vivir.
Sus caras llenas de dolor, pasión, alegría y emociones internas son ese reflejo de nuestro mundo, el mundo real.
Suarez Manotas impregna su obra de sentimiento, de sensaciones palpables, de emociones místicas, de todo aquello que el diario vivir nos acostumbra a ver e ignorar, pero que él con la sencillez de sus líneas escuálidas, sarmentosas, nervudas, desdibujadas e incompletas, resalta ante nuestros ojos, permitiéndonos sentir su obra.
Esta muestra que nació, en su concepto, desde 1992 ha recorrido física e imaginariamente diferentes cosmogonías y ha ido adentrándonos en el mundo de los reflejos, de nuestros reflejos, de los reflejos de los últimos tiempos.
Marlio Ninco Medina
Curador de La Exposición