Keep It Simple: El poder de lo sencillo

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Vivimos en una era de excesos: de información, de opciones, de palabras, de procesos. Y en medio de tanto ruido, hay una idea que brilla con más fuerza que nunca: Keep It Simple.

La simplicidad no es superficialidad. Es comunicar lo esencial sin adornos innecesarios, sin laberintos corporativos ni tecnicismos que alejan en vez de acercar.

El lenguaje simple no empobrece el mensaje, lo vuelve más humano, más directo, más real.

Adoptar la simplicidad no es “simplificar demasiado”. Es buscar la esencia.

Es quitar lo innecesario para dejar lo importante. Es pensar en el otro. Es tener la humildad de reconocer que no se necesita hablar complicado para parecer profesional. Se necesita hablar claro para ser útil.

Porque al final del día, ya sea que estés escribiendo un artículo, diseñando un producto, liderando una empresa o barriendo el suelo de una organización que quiere llegar a la Luna. lo que importa es que lo que hagas tenga sentido, y que puedas explicarlo con palabras que cualquiera pueda entender.

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La pirámide invertida de la Comunicación
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En el periodismo moderno se enseña una técnica llamada la pirámide invertida. Consiste en dar primero lo más importante, lo esencial, por si el lector no llega al final del artículo. A diferencia de los cuentos tradicionales, donde se construye una historia con introducción, nudo y desenlace, en la comunicación efectiva de hoy se empieza con lo que realmente importa.

Porque muchas personas no tienen tiempo. Porque otros solo quieren lo esencial. Y porque en un mundo saturado de datos, ser claro es un acto de respeto hacia el otro.

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Comunicar el Por Que: el propósito hace la diferencia (Why First)

En 1962, el presidente John F. Kennedy visitó el centro espacial de la NASA. Mientras caminaba por los pasillos, se cruzó con un trabajador de limpieza y le preguntó qué hacía allí. El hombre respondió:

«Estoy ayudando a poner a un hombre en la Luna«

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Esa respuesta sencilla lo decía todo. El propósito estaba claro. No barría el suelo, estaba participando en una misión que trascendía su tarea diaria.

Lo mismo cuenta una vieja historia medieval: un hombre cortaba piedra en una cantera, y al ser preguntado por su trabajo, dijo con orgullo:

«Estoy construyendo una catedral para la gloria de Dios».

Ambos ejemplos nos muestran que cuando hay propósito, la complejidad desaparece y la tarea se llena de sentido.

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Hollywood: simplicidad de alto impacto
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En la industria del cine, donde millones de dólares dependen de una buena idea, los guionistas aprendieron una lección clave: si no puedes contar tu historia en tres líneas, no tienes una historia.

Eso es lo que permitió vender películas a productores que no están dispuestos a perder su tiempo en miles de guiones que llegan a sus escritorios:

  • Tiburón (Jaws): Un tiburón devora personas en un pueblo costero y el jefe de policía, un científico y un cazador lo enfrentan.
  • Jurassic Park: Científicos logran clonar dinosaurios, pero pierden el control.
  • Titanic: Una historia de amor imposible a bordo de un barco condenado.

Sencillo. Claro. Poderoso.

¿Y si aplicamos lo mismo a los videojuegos?

Mario Bros es básicamente esto:

“Un plomero debe rescatar a una princesa secuestrada por una criatura malvada.”

Eso es todo. Y aún así, millones de personas han disfrutado esa experiencia durante décadas. Porque cuando el mensaje es simple, conecta

En el futbol: Simples soluciones para problemas complejos

En el fútbol, hasta hace no mucho, las decisiones arbitrales eran caóticas. Hasta que alguien pensó: ¿Y si usamos los colores del semáforo para mostrar la gravedad de una falta?

Así nacieron las tarjetas rojas y amarillas. Una idea simple, inspirada en algo cotidiano, pero tremendamente efectiva. La simplicidad nace muchas veces de observar lo que ya funciona en otro contexto.

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Starbucks y el café con etiquetas confusas
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Otro ejemplo muy conocido es el de Starbucks. En lugar de usar lo obvio —pequeño, mediano y grande— decidieron usar términos como Tall, Grande y Venti. Lo que parecía sofisticado terminó siendo confuso para millones de personas.

¿Qué tamaño es “Grande”? ¿Y “Tall” no significa alto? ¿“Venti?

Esta barrera innecesaria en algo tan cotidiano como pedir un café añade fricción al cliente. Lo que debería ser simple, se vuelve un pequeño obstáculo diario.

La trampa del tecnicismo: ¿Qué es la Pamplemusa?
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Imagina leer esto:

La pamplemusa (Citrus maxima, también conocida como Citrus grandis) es una especie perenne del género Citrus perteneciente a la familia Rutaceae. Se trata del cítrico de mayor tamaño dentro del grupo, con frutos que pueden superar los 25 cm de diámetro y los 2 kg de peso. Su morfología presenta una corteza gruesa, rica en glándulas oleosas, y una pulpa segmentada con un alto contenido de jugo, cuyo sabor varía entre dulce, ácido o amargo, dependiendo del cultivar. Es originaria del sudeste asiático y representa uno de los progenitores genéticos del pomelo (Citrus × paradisi), producto de su hibridación con la naranja dulce (Citrus sinensis)

Ahora compara con esto:

“La pamplemusa es una fruta citrica, es como una toronja asiatica.”

¿Cuál te resulta más claro?

Cuando nos escondemos detrás del lenguaje técnico, perdemos la conexión. Decir mucho no siempre es comunicar bien. A veces, una sola frase, bien dicha es suficiente.

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Publicidad que conecta desde la sencillez

En contraste, las campañas publicitarias más memorables son casi siempre las más simples.

¿Recuerdas el mensaje de MasterCard?

“Hay cosas que el dinero no puede comprar. Para todo lo demás, existe MasterCard.”

Un ejemplo brillante de simplicidad con impacto es el famoso lema de Las Vegas: “Lo que pasa en Las Vegas se queda en Las Vegas.” En solo una frase se captura una promesa, un misterio y una emoción. No necesita explicación adicional.

Es fácil de recordar, provoca curiosidad y transmite una idea poderosa: aquí puedes ser libre, romper la rutina, vivir sin juicio.

Esa es la fuerza de una buena idea bien dicha: cuando menos palabras usas, más espacio dejas para que el mensaje haga eco en la mente y en la emoción del otro.

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Cuando la complejidad apaga la marca

Este error no solo ocurre en textos científicos. También en el mundo de los negocios.

Durante décadas, General Motors fue un gigante automotriz… pero terminó siendo víctima de su propia complejidad. En un momento, GM llegó a tener más de 70 modelos diferentes entre marcas como Pontiac, Buick, Oldsmobile y Chevrolet. ¿El resultado? El consumidor ya no sabía qué ofrecía cada marca. ¿Pontiac era deportiva o no? ¿Oldsmobile para quién era? La saturación de opciones sin una narrativa coherente terminó por diluir el valor de cada nombre.

Lo que parecía una estrategia para cubrir todo el mercado, se volvió un desorden de identidades. Cuando dices demasiadas cosas, al final no dices nada.

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Aeroméxico y el laberinto de las clases

En la industria aérea, Aeroméxico también cayó en la trampa de la complejidad disfrazada de sofisticación. Su estructura de tarifas incluye nombres como Clase Premier, AM Plus, Clásica, Flexible, Básica… y lo que debería ser una decisión clara, se convierte en una fuente de confusión para el pasajero.

¿Incluye maleta? ¿Puedo elegir asiento? ¿Tengo prioridad de abordaje? Cada nombre suena elegante, pero no comunica con claridad lo que importa: qué recibes y qué no.

La experiencia del cliente se ve afectada cuando necesita un manual para entender lo que está comprando.

Creditos Fotográficos: Imagen de Piramide Felipe en Pixabay – Imagen de Starbucks Pexels en Pixabay – Imagen de Post It Dmitriy en Pixabay Imagen de Clips SJ en Pixabay

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